The Tree of Life
DIRECTOR: Terrence Malick
GUIÓN: Terrence Malick
MÚSICA: Clásica de varios autores.
FOTOGRAFÍA: Emmanuel Lubezki
REPARTO: Brad Pitt, Jessica Chastain, Hunter McCracken, Sean Penn, Fiona Shaw, Crystal Mantecon, Pell James, Joanna Going, Kari Matchett, Michael Showers
PREMIOS 2011: Festival de Cannes: Palma de Oro - Mejor película
2011, USA, Drama, 138 min.
SINOPSIS: Jack es un niño que vive con su madre, que encarna el amor y la bondad, mientras que su padre (Brad Pitt), que representa la severidad, es el encargado de enseñarle a enfrentarse a un mundo hostil. Sean Penn interpreta a Jack en la edad adulta.
OPINIÓN: Como voy a hablar de cine quiero dejar por sentado que una de mis películas favoritas es “2001: una odisea en el espacio” y otro día hablaremos, si Dios, la Naturaleza o el destino están de acuerdo, de “El maquinista de La General”. Yo creo que soy una persona muy positiva, vaya usted a saber lo que piensan los demás de mí, pero empezaré por hablar de lo que menos me gustó de “El árbol …” Cuando intenta enseñarle al espectador como ve, el director, el origen de la vida, utiliza una serie de imágenes con las cuales no estoy del todo de acuerdo desde el punto de vista científico. Pero es que además utiliza imágenes que me recuerdan a Stanley Kubrick cuando quiere enseñarnos cual es el origen del hombre, o cuando pasa de Júpiter y llega al más allá, volviendo a encontrarse consigo mismo en una de las escenas más cinematográficas, cual es aquella en la que al borde de la muerte ve su gestación y a Dios, su hacedor, el monolito. Ya me he liado. A lo que voy, la utilización de la música clásica en el cine la ha realizado Stanley Kubrick de forma magistral en la citada película, o en “La naranja mecánica”, en “El resplandor” o en “Barry Lyndon”. Y por supuesto es una de las mejores fotografías en cine, me refiero a “El árbol…”, pero hay que saber usarla, y en este caso la inclusión del campo de girasoles en las imágenes del final, me parece inadecuada a no ser que quisiera hacer algún homenaje a Van Gogh que por otra parte no vendría a cuento. Lo último en negativo, tarda demasiado tiempo en descubrirme que significa esa cámara subjetiva que se mueve continuamente entre los personajes y entre los escenarios, aun los cósmicos. Esto a su vez contiene lo más positivo, para mi, de la película: la cámara subjetiva que en el momento en que el muchacho comete el pecado con las ropas de la mujer en la cama me parece, y así lo veo a partir de ese momento, que es la visón de Dios siempre presente en todo lo que ocurre. Durante la proyección estaba muy cabreado con el tratamiento del personaje paterno, pero al fin llego a descubrir que es el mismo comportamiento que nosotros le suponemos a Dios, padre omnipotente, prepotente, castigador, “Dios es así, manda moscas a las heridas que tendría que curar” y al mismo tiempo con una misericordia que va “de oriente a occidente”. Al final, ese paralelismo entre el padre y el Padre me pareció muy acertado. En muchos momentos de la proyección me descubrí con el cuerpo hacia delante y las manos juntas tocando mis labios, absorto en la sucesión de ese imaginario que entiendo es poesía cinematográfica. ¡Lo que yo hubiera dado para que la película hubiera durado una hora, o dos, más! Me quedé, como suelo hacer, hasta el final con intención de ver de quien era la música del encuentro final en El Paraíso, pero los títulos de crédito pasaron muy deprisa y no logré saberlo. Por favor, si tu lo sabes, me gustaría que me lo comentaras. Y hablando de música, esa interpretación al órgano de la creo es una de las partitas de Bach, me pareció magistral, como las notas que el hijo segundo interpreta en su guitarra. La utilización de Mahler, casi al principio, también fue un perfecto gancho para mí. Y por último, estuvisteis, por una razón o por otra, siempre presentes a mi lado, aunque fui sólo al cine, y básicamente me planteaba las preguntas que os podríais plantear ante la pérdida de un ser querido. Pero no fue en relación con la pérdida del hermano, sino con la muerte “inútil” del niño que se ahoga.
¿Queda claro que me gustó? Pues eso, me gusto conoceros.