En carnaval y durante un breve espacio de tiempo el orden social establecido tiende a ponerse patas arriba. El carnaval es un rito social donde la locura y la liberación están permitidas, un vehículo para que la comunidad satisfaga temporalmente sus ansias dionisíacas. Mientras se celebra, la identidad de todo aquel que se sumerge en su vorágine queda a disposición de quien la quiera asumir: el tonto del pueblo se convierte en rey, el pobre se hace repentinamente rico, el rico se transforma en pobre a la misma velocidad. Los roles y los valores cotidianos se ven súbita y excitantemente suspendidos y se abren nuevas y asombrosas posibilidades.
Y lo mismo que con el carnaval ocurre con el capitalismo sumido en plena crisis; todos sus valores se ponen patas arriba: ahorro, paciencia, relación calidad-precio, recompensa por el esfuerzo. Mientras dura el carnaval de la crisis capitalista, las leyes de la lógica son revocadas o, mejor, reformuladas sobre nuevas directrices que parecerían absurdas vistas en frío.
Y lo mismo que con el carnaval ocurre con el capitalismo sumido en plena crisis; todos sus valores se ponen patas arriba: ahorro, paciencia, relación calidad-precio, recompensa por el esfuerzo. Mientras dura el carnaval de la crisis capitalista, las leyes de la lógica son revocadas o, mejor, reformuladas sobre nuevas directrices que parecerían absurdas vistas en frío.
5 comentarios:
Gracias por tu bienvenida, Pepe, ya ando por aquí, aunque un poco lento debido al amontonamiento que me ha provocado la ausencia, espero ir retomando el ritmo poco a poco.
Buena toma, ésta del Carnaval, y el artículo, mejor aún. Un abrazo
Carnaval para perder la vergüenza y poder reírnos de TODO. Y los postres típicos de estas fechas: las orejas y filloas, ÑAM
Biquiños y me alegro mucho de tu retorno.
Tienes otra cosita en el correo.
Describes muy bien la esencia del carnaval.
Pero también me parece que, en esta nuestra ciudad, nos intentan meter con calzador una tradición que no poseemos (y que conste que me encanta).
Nosotros somos semanasanteros y cofrades (y que conste que a mi ni fú ni fá).
Es la percepción que tengo.
El simbolismo del carnaval era eso que describes, hoy en día en parafernalia y nada más.
En cuanto alguien se desboca lo critican y le cierran el paso.
Hay demasiado moralista en la sociedad.
Buen post
Me encanta el carnaval. Este año pasó de largo, la pérdida de una persona muy querida hizo que nos olvidáramos de la fiesta. En Pontevedra se viven especialmente estas fechas y ¿quién no conoce al loro Ravachol? Toda una institución aquí. Hace tiempo que no me disfrazo pero mi hija no perdona (excepto éste) un CARNAVAL. Besos, Pepe.
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